Quien no vió Sevilla, no vió maravilla.

Nacido en el macareno Hospital de las Cinco Llagas, criado en el Barrio del Tiro de Línea y vecino del Cerro del Águila; fiel amante de Sevilla y sus tradiciones. "Cofrade" por vocación, "Feriante" por adicción, "Rociero" por devoción y "Bético" por convicción.

viernes, 27 de febrero de 2009

Sevilla reza cantando (Recitado de Pascual González)


Que Sevilla tiene arte? es obvio y evidente; pero tú amigo Pascual, no sólo derrochas arte y señorio por los cuatro "costaos" sino que eres la mismísima voz del pueblo llano y a orgullo debes llevar ser un juglar de nuestro tiempo, un rapsoda evocador y un cantor de emociones desesperadas.
Grande entre los grandes, el candidato eterno, el aspirante a pregonero más esperado por la Sevilla arrabalera, llamado a ser por la corte suprema periferica de los "Hispalenses de Pro" el "Rodriguez Buzón" de "La Calzá", Dios quiera que algun día te vea a hombros (como los pregoneros antiguos) por el Paseo Colon camino de la "La Calza" evocando las tardes de gloria de Juan Belmonte o de Joselito el Gallo .
Lástima de haber cometido el pecado a lo largo de tu vida de romper los cánones estéticos a los ojos del rancio y clasista mundillo cofradiero.
Sres. del Consejo General de Cofradias de Sevilla, acuérdense de una vez por todas, de este ilustre sevillano para clamar al cielo de Sevilla, desde el atril del Maestranza y que nos anuncie que los días grandes estan a la vuelta de la esquina y casi lo podemos rozar con los dedos.
Un saludo a todos...

domingo, 22 de febrero de 2009

Anecdotario cofrade sevillano .

Enrique el barbero.

Allá por 1932; Enrique regentaba su peluqueria en la calle Amor de Dios, cercana a la Alameda de Hercules.
Corrían tiempos difíciles, en los que muchas creencias se "camuflaban", y en los que no eran precisos tres cantos del gallo, para negar a Cristo.
Enrique, catolico no muy practicante, estaba unido a la Iglesia por una Fé, basada en su amor por la Virgen de la Esperanza Macarena.
En su barbería, como por aquél entonces llamaban a estos establecimientos, presidía un monumental cuadro con fotografia de la Macarena.
En cierta ocasión, un cliente ocasional, se permitió "advertir" a Enrique: -Maestro; como no quite Vd. ese cuadro de ahí, cuarquier día le vamos a dar un disgusto-.
A lo que Enrique, inmediatamente y con ese gracejo sevillano exclamó:
-¿Quitar ese cuadro?.... ¡Antes cierro la barbería!.
Pasaron los años y donde estaba la antigua barbería, existe hoy en día un bar. Y varios amigos conocedores de este hecho, con el consentimiento del actual dueño, han colocado un cuadro de la Virgen de la Esperanza, en el mismo lugar que ocupaba el que recomendaron a Enrique que quitara, para no verse amenazado.
Algunos años antes de fallecer Enrique, en la madrugada de un Viernes Santo; la furia del temporal se había desatado sobre Sevilla y Enrique con su túnica puesta esperaba la menor clarita para dirigirse a San Gil.
Sentado en la mecedora, en el pequeño patio de su casa, desatados los nervios, decía a su hermana, mientras miraba el reloj: - la una y media;... ya podía ir la Virgen por el Pumarejo... dáme una copita de aguardiente "pa" los nervios.
La hermana, complaciente, le servía la copa, procurando consolarle. Al rato, nueva mirada al reloj: -¡Hermana, las tres y media!. Ya podía ir la Virgen por el Duque, echame otra copita a ver si mejoro-.
Y así sucesivamente, hora tras hora, Enrique repetía las que marcaba el reloj, coincidiendo con el lugar donde podría estar la Virgen.
Hasta que yá, en la amanecida, Enrique insistió... ¡Hermana , las seis y media! Ya podría ir la Virgen saliendo de la Catedral; echame otra copita, que parece que me estoy aliviando.
- Coño. Enriquito, exclamó su hermana ; a ver si metes pronto a la Virgen en su Iglesia, porque si nó... ¡vas a coger una "tajá" como un piano!.

viernes, 13 de febrero de 2009

La Liturgia de la Tapa.



MONTAÑESES EN SEVILLA :
La verdadera historia de Trifón.
"Hoy en día tengo sesenta y dos años. Cincuenta trabajando detrás del mostrador, trece años de dependiente y treinta y siete años como industrial; hoy vivo feliz, tengo mujer, hijos y nietos, y si Dios quiere pienso retirarme el año que viene, y entonces le entregaré a mi hijo Rogelio Gómez Gómez el negocio, y nada más que le diré que trabaje con la misma fe que yo lo he hecho, y que tenga el mismo prestigio profesional"...
Estas palabras pertenecen a un excepcional documento para la historia de los montañeses en el comercio sevillano: la breve "Autobiografía" que el popular "Trifón", de "La Flor de Toranzo", acaba de publicar (escrita por su mujer, Isabel Gómez López) en la revista "Capela", que alienta Bernardo Víctor Carande como "Boletín de Información Personal de un hombre que vive en el campo". No recordamos un documento tan curioso sobre este interesantísimo y crucial aspecto de la historia del comercio sevillano, como es la presencia de los inmigrantes procedentes de la Montaña, de los que "Trifón" (ya sevillano, y bético por más señas, como Plácido el de Las Teresas, otro buen montañés) es un señero ejemplo.

El texto autobiográfico de nuestro personaje tiene, como tantas cosas de la ciudad, carácter de bodas de oro. Porque también Trifón llegó a Sevilla en 1929, el año de la Exposición. "Tenía entonces -nos dice- doce años de edad; vine colocado a la tienda "El Reloj", entonces propiedad de don Fernando Ortiz Pérez (q.e.p.d.); desde entonces empecé como dependiente".


La tienda del Reloj, en la Puerta del Arenal, donde empezó Trifón.


Trifón en realidad no se llama así, sino Triunfo Venancio Gómez Ortiz, nacido el 1 de abril de 1917 "en el Valle de Toranzo", en un pueblecito que se llama San Martín de Toranzo (Santander)". Pero esta historia de "Trifón" tiene un curioso origen, que este querido montañés narra con singular gracia: "Al incorporarme (al cuartel) para ir al frente me tocó un sargento que por lo visto sabía de santos más que yo, y al preguntarme: ¿Su nombre? Le respondí: Triunfo Gómez Ortiz. Se me quedó mirando con cara de pocos amigos y me dijo: ¿Qué nombre es ese? Eso ni es nombre ni es ná. Y repetía "Triunfo, Triunfo...Será Trifón". Y desde entonces este buen señor me bautizó de nuevo: Trifón Gómez Ortiz, y con este nombre soy conocido comercialmente".
Pero habíamos dejado a Trifón de dependiente en "El Reloj", en la Sevilla de la Exposición. Allí estuvo seis años, trabajando como entonces lo hacían los internos de los comercios, según se ve en sus palabras: "Algunos iban de vacaciones a ver a sus padres; yo no fui a verlos, pues cuando iba a ir, estalló nuestra guerra civil y adonde fuí fue a la guerra, con dieciocho años. Así es que seis años sin ver a nadie de mi familia y sin esperanzas de verlos. Yo, en zona nacional; Santander en zona roja, como se decía entonces".
Después ya viene la historia del bautizo como "Trifón", la guerra, una herida casi al finalizar la contienda, en el frente de Monterrubio (Badajoz). Convaleciente, Trifón ve por fin a sus padres, y hay una gran tragedia humana en sus palabras: "No conocía a mis hermanos, y de mis padres tenía una imagen distinta a la que encontré. Habían envejecido, bien es verdad que yo salí un niño y volvía un hombre de veintidos años".
Se recupera después Trifón, es licenciado, y decide volver a Sevilla, a "El Reloj" de la Puerta del Arenal, hasta que en 1942 se establece con un paisano en la calle San Luis, "y de común acuerdo decidimos titular nuestro negocio con el nombre de nuestro valle, La Flor de Toranzo". A los tres años, en 1945, ambos socios se separan, y Trifón sigue solo con la tienda de la Macarena. Hasta que, en 1952, lo traspasa y logra su deseo de volver al centro, y se establece en su actual sitio de Jimios esquina a Barcelona y Joaquín Guichot, donde en 1966 labró una casa de nueva planta, en cuyos bajos tiene el negocio y en cuyos altos vive la familia. "Y esta es mi historia -concluye Trifón en "Capela"-, la historia de un montañés que también cumple cincuenta años detrás del mostrador".

Y de qué forma, podríamos añadir, día y noche, siempre al pie del cañón, en el especial sentido del trabajo y del tesón que han tenido estos ilustres montañeses, gloria del comercio sevillano.


Trifón Gómez, cortando jamón en su tienda de La Flor de Toranzo.

jueves, 5 de febrero de 2009

Las siete maravillas de la Semana Santa.

Hace algunos meses, en la revista domicical "Más Pasión" (obviamente, de claro contenido semanasantero), se publicó una encuesta realizada a sus lectores, titulada "Las siete maravillas de la Semana Santa".

Ni que decir tiene, que si cuantiosas fueron las maravillas que apuntaron los lectores; mayores e incontables son las maravillas, en el amplio sentido de la palabra, que existen en nuestra Semana Santa.

Os propongo que realicemos esa misma encuesta en este blog, con la idea de sacar en claro nuestros gustos esteticos, es decir, por donde nos movemos cada uno, a la hora de presenciar el cortejo de una cofradía, escuchar una marcha procesional, emocionarse con una saeta caracolera, o apreciar la elegancia con la que anda un palio por una recoleta plazuela, aunque creo que en ciertos aspectos esteticos cofrades, ya sabemos los gustos de más de uno y conocemos perfectamente lo que "tiran" algunos barrios y algunas Vírgenes sobretodo de "La Madrugá", (¿Verdad, Sr. Calvo?). por ello, precisamente, la ciudad de Sevilla es la tierra de María Santísima y en su escudo heraldico aparece con orgullo la palabra Mariana, además de muy noble, muy leal e invicta.
Para los cofrades sevillanos, es un gran compromiso, tener que elegir sólo siete retazos de sentimiento y arte, de entre tantos que se pueden vivir a lo largo de nuestra Semana Santa. Haré un esfuerzo (sarna con gusto no pica) y daré un repaso de mis vivencias cuaresmales, con cierto aire nostálgico por la cercanía del encuentro.
Empezaré sin más dilación con mis siete maravillas:

1ª MARAVILLA.

Si hay una cosa en la Semana Santa, con la que me maravillo y a la vez me sorprendo cada año, no es ni más ni menos, que con la formación de los negros tramos de nazarenos de mi Hermandad de “El Silencio” en la noche oscura del atrio de San Antonio Abad, la verdad es que es algo que los cofrades deberían conocer, y que sólo unos pocos tenemos la suerte de vivir. En pocas palabras “IMPRESIONANTE”.

2ª MARAVILLA.

Ver la madrugada del Viernes Santo, como llega a Sevilla, La Señora de Triana, "La Morena" de la calle Pureza, como si de una mocita presumida y coqueta se tratara, “trianeando” por calle O'Donnell a los sones de “Esperanza de Triana Coronada” de D. Abel Moreno y ante la hermosísima lluvia de pétalos que caen en su paso, cual marejada en alta mar, entre el fervor y el amor que le ofrece Sevilla entera. En pocas palabras “ENCUENTRO SUBLIME”.

3ª MARAVILLA.

Sentir la presencia de la Virgen de la Esperanza, la niña de San Gil, por calle Cuna, se escuchan siseos; ya esta aquí , casi la podemos ver ; los respiraderos del palio se deslizan a dos dedos de mi pecho en la estrechez de la calle y en esos momentos mágicos, miro al cielo cuando esta rayando el día y le doy gracias a Dios por haber nació sevillano y cofrade. En pocas palabras “MILAGROSO”.

4ª MARAVILLA.

Admirar desde la recoleta Plaza de San Leandro, vulgo “Pila del Pato”, la llegada por calle Alhóndiga, del portentoso misterio de la Redención en todo su esplendor, entre naranjos de costero a costero a sones de "Alma de Dios" y tras su extraordinaria chicotá por la plazuela, perderse buscando la calle Cardenal Cervantes en la noche sublime del Lunes Santo. En pocas palabras “APASIONANTE”.

5ª MARAVILLA.

La mañana del Domingo de Ramos, por si sóla, es ya una maravilla de por sí, todo esta preparado para los días grandes, la espera ha concluido y los pasos ya están montados en los templos, la rampa del Salvador esta puesta, las fachadas estan “encalás”, las túnicas "almidoná" y planchadas, los puestos de turrones montados en la Pasarela, la flor de azahar en los naranjos, las sillas en La Campana y en la Avenida, las tapas de bacalao en las cocinas de los bares, y los estrenos esperando encima de la cama a que llegue la hora señalada. En pocas palabras “EXPLOSIÓN DE COLOR”

6ª MARAVILLA.

Si hay en la Semana Santa una maravilla, a la que considero, la más sevillana de entre todas las maravillas, esta sería sin duda la revirá de una Virgen bajo Palio, a la caída de la tarde, en una calleja sevillana cualquiera, flanqueada por naranjos en flor, bajo la fragancia de una nube de incienso, sonando "Soleá dame la mano" y acompasando esta bendita estampa, con el sonido de unas bambalinas golpeando contra unos varales cincelados de plata de ley. En pocas palabras “LA GLORIA EN SEVILLA”

7ª MARAVILLA.

La muestra de gratitud y amor que tienen sobretodo las personas mayores hacia los Cristos y Vírgenes de su barrio, es enternecedor llegar al Tiro de Línea un Lunes Santo al mediodía y ver como se emocionan la gente, viendo a su Virgen, recordando las vivencias, rememorando su niñez y quizás no poder contar ese año con su madre o su padre fallecidos recientemente y que vieron con ellos la cofradía, durante toda su vida. Es emoción lo que sienten las viejas del Cerro del Águila, cuando ven aparecer a su Virgen por Afán de Ribera, sí, a esa que cariñosamente le llaman “La Loli” y a la que le han rezado durante todo el año, o lo que sienten los vecinos de Pino Montano, de Amate, del Polígono o del Parque Alcosa cuando por arte de magia, se reúnen el Miércoles Santo y vuelven a su barrio torero de San Bernardo para ver un año más el esplendor de una cofradía, evocando aquellos viejos tiempos de vecindad que se fueron y que ya no volverán. En pocas palabras “CONMOVEDOR”.

Un saludo a todos.

Panagarvill.

lunes, 2 de febrero de 2009