Quien no vió Sevilla, no vió maravilla.

Nacido en el macareno Hospital de las Cinco Llagas, criado en el Barrio del Tiro de Línea y vecino del Cerro del Águila; fiel amante de Sevilla y sus tradiciones. "Cofrade" por vocación, "Feriante" por adicción, "Rociero" por devoción y "Bético" por convicción.

jueves, 20 de agosto de 2009

La Liturgia de la Tapa

BAR BLANCO CERRILLO
Calle José de Velilla, 1

Don José Blanco Cerrillo abre en 1926 su primer establecimiento a su nombre, en la zona del Pumarejo. Él trae de Manzanilla, Huelva, a su hermano Juan y será éste, quien en 1952, abrirá el hoy conocidísimo establecimiento, junto a la calle Tetuán, que inunda con el apetitoso olor de su famoso adobo a toda la zona.
Posteriormente se lo vende a D. José, con lo cual todo sigue en la familia. El edificio en donde se ubica el bar, pertenece a la orden de las Hermanas de la Cruz.

Hoy en día, D. Francisco Blanco López es el sucesor y dueño del negocio, éste entro a trabajar en el establecimiento hace ya 30 años y conoce perfectamente la necesidad de una labor de equipo, cuyo servicio debe ser rápido y satisfactorio, asegurandose así, la rotación de su clientela ya que
sus 36 metros cuadrados de interior así lo exige.
De entre su amplísima clientela podriamos citar a D. José "el Gallo", que jugaba aquí a las cartas con su querida, recuerdos de la Sevilla de otros tiempos.

Al estar ante un tipo de establecimiento muy familiar, todos colaboraban en él, este es el caso de Dña. Ascensión Trujillo, cordobesa de Baena y esposa de Francisco, que dedicó largos años a limpiar el pescao y guisar los caracoles, mientras cumplía con su labores cotidiano como ama de casa, aunque esta "santa" mujer quedará siempre en la memoria de los sevillanos, por ser la creadora del famoso adobo, estrella de la casa, sólo por eso merece todo un monumento por parte de los parroquianos del Blanco Cerrillo.

Bar centrico y popular a más no poder, es un sencillo rincón con toda la solera de la Sevilla más añeja y manteniendo con el paso de los años una clientela asidua y agradecida.

¡¡ NIÑOOOO, DOS DE BOQUERONES Y DOS CERVEZAS !!
Y DE CAMINO PONLE UN POQUITO DE MAYONESA....

Panagarvill.

lunes, 10 de agosto de 2009

Nunca ha visto ni Sevilla ni Triana.

Cruzando a pié el calendario, entre el letargo de la siesta y las calores agosteñas, cuando ya han comenzado los actos de culto en honor a la Virgen de los Reyes y cuando Sevilla y sus miles de devotos, esperan ver de nuevo en la calle a la que "por Ella, reinan los Reyes"; yo, desde mi balcón estelar del Cerro, he vuelto una vez más a deleitarme, casualmente, con las sevillanas de Pascual González, "Cachorro"; que dedicó al portentoso crucificado de la calle Castilla y por el que fué galardonado, como Premio Nacional de Sevillanas hace ya algunos años. No dejo de maravillarme de nuevo, de tan redonda composición, ¡Mira que se le ha "cantao" al Cachorro en Sevilla!, ¡Mira que es difícil cantarle algo, al Cachorro, que no le haya dicho nadie!, como ya le dijeron los Amigos de Gines a "Sevilla", en unas antologicas sevillanas que siempre perdurarán en el tiempo.

Pues el artista de "La Calzá" vuelve a rizar el rizo, mostrándonos un nuevo prisma que desconocíamos del Cristo de la Expiración, evocando viejos tejados y azoteas del arrabal trianero, la conversación con la Inmaculada, la Giralda, el Arco del Postigo... hacia allí miran sus ojos vidriosos, cuando ese Cristo, todo bondad, cruza el puente de Triana en la tarde negra del Viernes Santo, buscando la Magdalena y al llegar a la Campana, nadie frente a Él, se siente ajeno.
No me explico como Ruíz Gijón, pudo expresar con tanto realismo, el tránsito de la vida a la muerte. ¿Donde muere el Cachorro, en Sevilla o en Triana?, es tan, tan real, que siempre se estará muriendo y nunca acabará de morirse.


CACHORRO.

El Cachorro nunca ha visto ni Sevilla ni Triana
sólo ha visto los balcones y las tejas de la cava
sólo ve a los saeteros y a las blancas espadañas.
Él no ha visto nunca el río ni el barrio de sus entrañas.

El Cachorro nunca ha visto ni Sevilla ni Triana
sólo ve las golondrinas volando entre las campanas.
de esa torre tan flamenca que corona un Giraldillo.
el Cachorro nunca ha visto el barrio del Baratillo.

Recitado.

¡Que arte tuvo en sus manos quien esculpió Tu figura!
¡que martinete de gubia!, ¡que soleá de "jechura"!.
¡que siguiriya Tus ojos!, ¡que tiento con más dulzura!
el de tu boca expirando soniquetes de amargura
en Tú mimbre canastero, y en Tu cuerpo la tortura
de redimír por nosotros, mirando siempre a la luna...
¡Que duende tuvo en sus manos quien esculpió Tu figura!.


El Cachorro nunca ha visto ni Sevilla ni Triana
pero en la Plaza del Triunfo habla con la Inmaculada.
entre palmeras de Alcazar y suspiros de mezquita
y en el Arco del Postigo nunca vió la Capillita.

El Cachorro nunca ha visto ni Sevilla ni Triana
Él sólo ve por los ojos de su agüela Santa Ana
de su Madre Patrocinio, "lazarilla" la Giralda,
nazarenos, costaleros y trianeros de casta.


Estribillo:
Por que mira al cielo azul
de esta tierra mariana
que busca en su cara, la luz
"malas puñalas" gitanas
quien te clavara en la cruz.