Quien no vió Sevilla, no vió maravilla.

Nacido en el macareno Hospital de las Cinco Llagas, criado en el Barrio del Tiro de Línea y vecino del Cerro del Águila; fiel amante de Sevilla y sus tradiciones. "Cofrade" por vocación, "Feriante" por adicción, "Rociero" por devoción y "Bético" por convicción.

domingo, 12 de abril de 2015

TANTOS SIGLOS CALLADOS...

Tantos siglos callados y hasta hicieron hablar al Silencio... ¿Que es lo que ocurre?... ¿Que nos hemos perdido los sevillanos de mi generación?... ¿Es cuestión de falta de fe?... ¿De poca educación?... ¿De poco respeto por las tradiciones?... ¿Quien tiene culpa de las dichosas carreras descontroladas?... ¿El ayuntamiento?... ¿Las hermandades?... ¿Los sevillanos?... ¿El alcohol?... ¿Quien intenta cargarse la madrugá?... ¿Que hemos hecho mal los sevillanos, que hasta hemos hecho hablar al Silencio?...

Lo cierto es que los sucesos vividos esta pasada Madrugá alrededor de las 4 y media, esos gritos y esas avalanchas, nos vuelven a meter otra vez, el miedo en el cuerpo, o mejor dicho, brotó de nuevo ese miedo, que creo, nunca salió de allí y ha convivido con nosotros, casi sin darnos cuenta. Los que vivímos in situ, aquella maldita madrugada del año 2000 y otros brotes en 2005, hemos notado el despertar de la bestia, de esa fiera que llevámos dormida dentro y volvimos a escuchar ese suelo temblar, esos gritos y esas escenas de pánico de la masa descontrolada, que afortunadamente, no fueron a más, gracias a la serenidad y la templanza de la mayoría de los ciudadanos que allí se encontraban, aunque la procesión se llevara por dentro.

Que distintas eran aquellas Semanas Santas, donde mi padre me enseñaba, el magisterio cofrade que todo sevillano, creo debería saber, llevándome de la mano, correteando cada rincón de la ciudad para ver esta o aquella cofradía, recuerdo perfectamente una madrugada de hace casi 40 años que apostado en la calle San Vicente, esperábamos al Señor del Gran Poder venir de vuelta a su templo, Teniendo al paso muy cerca ya, a pocos metros, le quise decir algo a mi padre en tono bajo y las personas que estaban alrededor, me miraron y me sisearon para que callara, hoy tengo 47 años y lo recuerdo como si hubiese ocurrido ayer, que lección más bonita que aprendí, desde aquel día, no se me ocurrió jamás hablar delante de Él. Esa lección magistral, que jamás olvidaré, no la recibí de mi padre, sino de los sevillanos, aquellos sevillanos que siempre he respetado enormemente, aquellos sevillanos con valores por y para la sociedad.

Cuando se comparan las épocas, algunos dicen que antes también había tumultos y borrachos, y yo les digo: amigo, antes había tumultos indudablemente, pero de muy distinta forma que ahora, antes no se dejaba una calle arrasada con cirios rotos y cruces de penitentes partidas. En el ambiente de aquellos años, se percibía ese respeto por las tradiciones más íntimas, más sevillanas, ese respeto que se ha esfumado poco a poco, con el paso de los años, como por arte de magia y que hoy en día prácticamente, no nos queda nada  si no que se lo pregunten a los nazarenos de la Primitiva, que llegaron al atrio de San Antonio Abad con las caras descompuestas, la cosa no era para menos.

"La madrugá se ha convertido de la noche a la mañana en una nochevieja con pasos en la calle", así han tildado muy oportunamente los medios a la noche más bella de Sevilla, que pena, no quiero ser pesimista ni agorero, pero muy mal veo yo a nuestra Semana Santa, tal y como la vivímos ahora mismo y sobretodo, la "madrugá", el día con diferencia más vulnerable dentro de ella, La Semana Santa como la tenemos diseñada, tiene los días contados. Algo habrá que hacer, no podemos cruzarnos de brazos, hay que dar un golpe encima de la mesa y poner una solución por la vía rápida, A lo largo de los siglos, la Semana Santa ha sufrido de muchísimos cambios, cambios que se han llegado a aceptar porque la vida cambia y el progreso está continuamente llamando al martillo para hacer otra levantá, me viene ahora a la memoria, los golpes de pecho de muchos cofrades, el día que vieron a una mujer con el hábito nazareno puesto, cosa que hoy, tras muy pocos años de ello, se ve con total normalidad.

Pues estas soluciones tienen que llegar, hay que abrirle la puerta a nuevas ideas, remando todos a la vez y en la misma dirección, que el Consejo General de Cofradía de Sevilla, diga públicamente, que no conocieron la noticia de los sucesos de la madrugada, hasta el mismo Sábado Santo, da una ligera idea, de que existe una incompatibilidad de carácteres, por decir algo, entre la altas capas de la jerarquía de las Cofradías de Sevilla y las propias hermandades o el hecho que las autoridades municipales califiquen el incidente de la madrugá de pura anécdota, me parece algo insostenible y de poca responsabilidad por parte del Ayuntamiento de la ciudad.

Señores, por favor, ruego hagan un análisis, un simple examen de conciencia y tomen cartas en el asunto de una vez por todas, los sevillanos no podemos vivir una madrugada más, con esa inseguridad que se vive últimamente en las calles, cualquier día ocurrirá una desgracia y luego todos lo lamentaremos  ... y otro día hablaré de las sillitas plegables...