Quien no vió Sevilla, no vió maravilla.

Nacido en el macareno Hospital de las Cinco Llagas, criado en el Barrio del Tiro de Línea y vecino del Cerro del Águila; fiel amante de Sevilla y sus tradiciones. "Cofrade" por vocación, "Feriante" por adicción, "Rociero" por devoción y "Bético" por convicción.

miércoles, 12 de marzo de 2014

AQUELLOS VIEJOS "LOCOS" DEL TIRO DE LINEA.

La tarde del pasado 7 de Marzo, primer viernes de Cuaresma, me dirigí hacia la Parroquia de Santa Genoveva con el fin de participar en el besamanos que cada año, en esa fecha clave para el barrio del Tiro de Línea, la hermandad celebraba en honor a Jesús Cautivo. Al finalizar el acto y saludar a mi amigo Javier Bonilla, Hermano Mayor de Santa Genoveva, comentamos el magnífico trabajo de los priostes y la elegancia y sencillez con que habían ornamentado el besamanos y sin querer, la conversación derivó hacía una anécdota que me explico por sorprendente y que paso a relatar:
“A mediados del pasado siglo, “unos locos“, porque así lo denominaban la gente, vecinos de un barrio bastante alejado de lo que era la Sevilla cofrade de la época, se reunieron y decidieron que el barrio necesitaba una hermandad de penitencia. Ese barrio era y es el Tiro de Línea y esa Hermandad, era y es, la de Santa Genoveva.

Con el paso del tiempo, a estos hombres se les unieron gente del barrio que creyeron con fuerza en su proyecto. Uno de estos hombres es Antonio Fernández Rodríguez, conocido en el barrio como Antoñito, que es el segundo protagonista de este cuento.

Estos locos, encargaron en 1956 a un joven imaginero la hechura de sus imágenes, primero acometió la talla de la Virgen de las Mercedes y luego la del Señor Cautivo. Fue impresionante la acogida que tuvieron los titulares de la hermandad en el barrio. A partir de esos momentos el Señor y la Virgen se convirtieron en vecinos nuevos a los que poder contarle sus cosas, lo bueno y lo malo y también todo aquello que necesitaban.

Pasado los años, entre los meses de Diciembre de 1.985 y Febrero de 1.986, la Junta de Gobierno de la Hermandad, cree oportuno que al Señor se le tallara un nuevo cuerpo completo y que estuviera cubierto únicamente por un pequeño sudario. Para la realización de éste trabajo, la Hermandad sigue confiando en el autor de la obra D. José Paz Vélez.

Y como no, se le confió al “loco” de Antoñito, la labor de supervisar los trabajos del imaginero. Muchas fueron las noches que Antoñito pasó sin dormir, hasta que el cuerpo del Señor quedo terminado.
Como marca la tradición, los restos del cuerpo antiguo se hicieron ceniza y se pusieron dentro del que tan maravillosamente tallara Paz Vélez, pero a éste “loco” de Antoñito, le daba muchísima pena ver que los pies originales del Señor, en el que se habían acumulado tantas ilusiones y tantas lágrimas en forma de besos fueran pasto de las llamas y decidió, supongo que con el consejo de Él, que esos pies en los que los vecinos del barrio habían depositado sus sentimientos y sus promesas, se conservaran para toda la vida, dentro del cuerpo del Señor.

Cuando este año 2013, la actual Junta de la Hermandad con el apoyo mayoritario de sus hermanos, encargó los trabajos de restauración a nuestro querido hermano Fernando Aguado, al realizar las pruebas necesarias para conocer en que estado de conservación se encontraba el Señor, quedaron impresionados y se abrazaron con lágrimas en los ojos cuando comprobaron a través del monitor del TAC que los primeros pies del Señor, “los pies del barrio”, se encontraban dentro de su cuerpo. Las únicas personas que conocían este hecho eran el imaginero, ya fallecido y Antoñito. Fué un secreto que firmaron, como hacían antaño los hombres cabales, con un apretón de manos bastó. Pero el tiempo nos ha devuelto esta historia tan llena de ternura y afecto a la imagen del Señor.

Los primitivos pies del Señor, están en el lado izquierdo de la imagen, a la altura del corazón y de esta forma todos los sentimientos de muchísimas personas del barrio que ya se fueron, seguirán estando de alguna forma muy cerca de Él”.

Este relato sale a la luz con el permiso de D. Antonio Fernández, se le preguntó y no puso reparos para compartir este secreto con su Hermandad de Santa Genoveva y con su barrio del Tiro de Línea.